30.3.06
Al teclado
Aporreo el teclado de este ordenador como si estuviera tocando el piano, buscando la melodía perfecta. Ordeno las letras como notas sobre un pentagrama, dosifico los silencios, ajusto el tempo. Por ejemplo si quiero que esto se lea deprisa basta con no poner piedras en el camino que siempre de izquierda a derecha han de seguir sus ojos. En cambio, si me apetece, puedo convertir este texto –esta misma frase– en una carrera de obstáculos, en una maraña de signos de puntuación; un camino tortuoso, un ritmo sincopado. Lo que aún no he conseguido, sin embargo, es reproducir eso que decían de Cortázar, que escribía como quien tocaba jazz.
28.3.06
Sofásutra
Esta vez vamos a hacerlo despacio, dijiste. Esta vez vamos a hacerlo bien. Yo me pondré debajo, seguiste, y mejor lo controlas tú todo desde encima. Así no, espera, no corras que me haces daño, te quejaste. Volvamos a empezar. Así, un poco hacia la izquierda, despacio, con cuidado.
Querida, no dejaste de dar instrucciones todo el rato, y yo que jamás habría imaginado que bajar un sofá por la escalera fuera a ser tan complicado.
Querida, no dejaste de dar instrucciones todo el rato, y yo que jamás habría imaginado que bajar un sofá por la escalera fuera a ser tan complicado.
27.3.06
Detalles
El pliegue en tu falda. Un rizo rebelde. Un círculo, una mancha de café sobre la mesa. Te has vuelto a morder las uñas. Mi silla está coja. Flores marchitas en un cuadro sobre tu cabeza. Mi reflejo en un espejo del otro lado. Unas risas vuelan sobre el bar.
La música está muy alta.
Casi no podemos hablar, pero da igual.
Mi silla está coja, pero me siento bien.
La música está muy alta.
Casi no podemos hablar, pero da igual.
Mi silla está coja, pero me siento bien.
23.3.06
Abierto (en canal) las 24 horas
Si me clavara las uñas
ahí en el centro de mi pecho,
en el punto donde se unen mis costillas,
y estirara como un exhibicionista para mostraros lo que llevo dentro,
acabaría por salpicaros con sangre,
pues
no hay poesía en esto de abrirse a los demás;
en el fondo no somos más que un montón de vísceras y huesos,
un rincón húmedo o un músculo erecto,
más bien una lista de la compra llena de buenos sentimientos.
Y a estas horas,
¿qué coño encuentro abierto?
ahí en el centro de mi pecho,
en el punto donde se unen mis costillas,
y estirara como un exhibicionista para mostraros lo que llevo dentro,
acabaría por salpicaros con sangre,
pues
no hay poesía en esto de abrirse a los demás;
en el fondo no somos más que un montón de vísceras y huesos,
un rincón húmedo o un músculo erecto,
más bien una lista de la compra llena de buenos sentimientos.
Y a estas horas,
¿qué coño encuentro abierto?
21.3.06
Sin ganas
Se me ha caído el diario al suelo justo cuando iba a escribir en él. Lo he recogido por la página que había quedado abierta y me he puesto a leer. Siete meses atrás ya escribía sobre ti. He pasado las páginas. Tú, tú, tú y más tú. No lo podía creer. Mi vida descrita a través de tu ausencia. Desnuda o vestida, las noches que me quedé sin dormir estaban ahí, yo siempre imaginándote, a veces deseándote, la mayor parte de las veces odiándote por no estar aquí. Y se me han pasado las ganas de escribir. Me pregunto qué debes estar haciendo ahora. Si también tú estarás sola, o qué tendrá él que no tenga yo.
20.3.06
16.3.06
15.3.06
Vuelta atrás
Me pregunto cuánto tiempo hace falta para darse cuenta de que la vida gira en espiral, que cada cierto tiempo vuelves a empezar, que todo se repite, que todo sigue igual...
Me pregunto cuántos golpes hacen falta para saber que esa pared no cederá, que la puerta nunca se abrirá, que la vida es un frontón, y que cuanto más fuerte le damos más lejos (más atrás) vamos a parar...
Me pregunto cuántos golpes hacen falta para saber que esa pared no cederá, que la puerta nunca se abrirá, que la vida es un frontón, y que cuanto más fuerte le damos más lejos (más atrás) vamos a parar...
14.3.06
Unabomber
Éramos una familia de terroristas. Mi padre había armado una bomba y estaba decidido a volar todo el edificio. La plantamos en el centro del salón de casa, y yo me las arreglé para dejar mis cosas junto al explosivo (al menos, eso es lo que aprendí de las películas: lo que está justo al lado de la bomba se queda a salvo de la onda expansiva). El plan era huir en coche hacia la montaña y detonar el paquete desde allí, como quien va a ver unos fuegos artificiales.
Mientras subíamos intenté convencer a mi padre de que no lo hiciera. Que nuestros vecinos no tenían la culpa, que también morirían niños. Él conducía en silencio. La ciudad se veía preciosa. Llevaba una cámara conmigo, aunque me resistí a sacarla. Sé que las fotos tomadas desde un coche en marcha nunca quedan bien.
Y ahora estoy intentando descubrir si existe alguna relación entre los dos burritos de chili con carne que cené anoche con esta pesadilla que tuve después.
Mientras subíamos intenté convencer a mi padre de que no lo hiciera. Que nuestros vecinos no tenían la culpa, que también morirían niños. Él conducía en silencio. La ciudad se veía preciosa. Llevaba una cámara conmigo, aunque me resistí a sacarla. Sé que las fotos tomadas desde un coche en marcha nunca quedan bien.
Y ahora estoy intentando descubrir si existe alguna relación entre los dos burritos de chili con carne que cené anoche con esta pesadilla que tuve después.
9.3.06
Chupasangres
No hacen falta unos colmillos afilados. Ni dormir en un ataúd. O vestir una capa negra. Tampoco hace falta evitar las comidas con ajo. Ni tenerle miedo a los crucifijos. O ser capaz de transformarse en un murciélago.
Para ser un vampiro de verdad basta con dirigir una empresa con mano de hierro, explotar a tus trabajadores, infundirles miedo, humillarlos en público, y sobre todo,
pagarles una mierda de sueldo.
Para ser un vampiro de verdad basta con dirigir una empresa con mano de hierro, explotar a tus trabajadores, infundirles miedo, humillarlos en público, y sobre todo,
pagarles una mierda de sueldo.
8.3.06
Traición
Me acabo de instalar un par de retrovisores, uno sobre cada uno de mis hombros, para evitar las puñaladas traperas.
Lo dicho: no lo intenten más conmigo.
Lo dicho: no lo intenten más conmigo.
7.3.06
Luna
... y volamos, y reímos; creímos que el mundo entero tendría que rendirse a nuestros pies, que nada ni nadie podría nunca detenernos; éramos invencibles, los últimos superhéroes, los mejores; una raza única de ganadores, capaces de cualquier cosa, el terror de los mediocres... hasta que al final empezó a hacerse de día y tuvimos que volver a casa, pálidos, ojerosos, borrachos, drogados.
6.3.06
1.3.06
La herencia
Sí, siempre llega un momento en el que, por mucho que te juraras que tú nunca serías como ellos, te descubres actuando como tus padres.
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