31.5.05

Vida urbana

Como cada mañana, abandonaré mi corazón en el portal de casa, sentado en las escaleras, y me iré a trabajar. Insultaré como un salvaje a todo el que se cruce en mi camino, trataré sin piedad a mis subordinados, me tiraré a mi secretaria y seré implacable con la competencia. Y cuando al atardecer vuelva a casa, recogeré mi corazón de entre las plantas (pues algún chaval del barrio habrá jugado a fútbol con él), y volveré a colocarlo en su sitio. Saludaré con un beso a mi esposa (también le tocaré el culo) y jugaré con mis hijos antes de que llegue la hora de cenar. Y como cada noche, le diré a mi mujer que estoy cansado tanto trabajar y me quedaré dormido en un santiamén (como todavía no hace tanto de la última vez que lo hicimos, aún puede esperar).

Mi familia no sospecha que soy un auténtico hijo de puta.

26.5.05

Mirando por la ventanilla de atrás

Cuando era más pequeño, apenas cinco o seis años, recuerdo que solía dejarme llevar por la música que ponían mis padres cuando íbamos en coche. Por ejemplo, imaginaba que yo era un tipo solitario y desgraciado –no sé porqué, pero siempre me daba por historias tristes– que vivía en un pueblo trabajando como empleado en una frutería. Un buen día, por culpa de un terrible malentendido, me acusaban de un delito que yo no había cometido. La hija del alcalde había sido asesinada, y a mí me habían encontrado en el peor sitio en el momento más inoportuno. Sin nadie que quisiera testificar a mi favor durante el juicio, que yo dijera que estaba enamorado en secreto de aquella chica rubia de ojos verdes que venía a comprarme manzanas sólo hizo que empeorar las cosas. Ya tenían el móvil –la chica iba a casarse con otro–, por lo que me declararon culpable, y los muy bárbaros me condenaron a muerte. Al día siguiente, montado en un carro camino de la horca, yo respondía resignado a los insultos de mis vecinos con un gesto de la mano.
Para ellos, ajenos a toda aquella injusticia, yo sólo era un niño más que decía adiós al pasar con el coche.

24.5.05

El verdadero milagro es que sigan ustedes viniendo por aquí.

23.5.05

Sueños

Envidio a la gente que dice no soñar cuando duerme. Yo creo que sí lo hacen, lo que pasa es que no recuerdan nada al despertar. No saben la suerte que tienen. A menudo mis sueños me persiguen hasta bien entrado el día. Después se hacen gentilmente a un lado, para volver justo cuando me meto en la cama. Y así, una noche más, el sueño me atrapa inquieto, removiéndome entre las sábanas incluso antes de que la pesadilla vuelva a empezar.

20.5.05

Casualidades

Sincronicidad es cuando andas pensando en alguien a quien hace mucho tiempo que no ves y de repente la ves caminando por el otro lado de la calle. A partir de ese momento –y ésta es la parte que más me gusta–, te conviertes en dueño de la casualidad: tú eliges si quieres cruzar y forzar el encuentro
qué casualidad, cuánto tiempo sin vernos
,
o si, por el contrario, prefieres ignorar esa señal y que entre los dos siga corriendo el tiempo.

18.5.05

La maldita letra pequeña

Te quiero, cariño*

* Oferta válida de lunes a viernes por la tarde. El fin de semana prefiero pasarlo de juerga con los amigos. Pero el domingo por la tarde, si quieres, podemos ir al cine**

** Promoción válida sólo si escojo yo la película, que a ti te da siempre por ir a ver estúpidas comedias románticas.

17.5.05

Arrepentíos, pecadores

Para los científicos, uno de los argumentos más contundentes en contra de la posibilidad de realizar viajes en el tiempo es que todavía no hemos recibido la visita de un turista procedente del futuro. Aparte de que aunque así fuera nadie lo tomaría en serio, para mí eso tiene una segunda lectura: igual sí son posibles, lo que pasa es que seguramente no duraremos tanto como para conseguirlo.

¿Apocalíptico, yo? Será que hoy llueve y me toca las narices...

12.5.05

Perdido por las ramas

...creo que en algún momento debí abrirlo, pero ya no recuerdo cuándo, así que si no les importa mejor lo cierro aquí mismo y que lo dicho desde entonces se quede dentro, entre sus anchos límites, qué descuido el mío, mira que no cerrarlo, todo este discurso quedará como si nunca lo hubiera pronunciado, una digresión interminable, por eso lo cierro ahora que me acuerdo de él, no vaya a ser que se quede abierto para siempre y no pueda llegar nunca a lo que de verdad quería decir, lo realmente importante, que casi se me escapa por culpa de este maldito paréntesis.)
Ya está...
¿Por dónde íbamos?

11.5.05

Sopa de letras

No m dgas q solo s trta d hacrse ntnder pq n lo ntiendo.

10.5.05

Ante los agobios

Recuerda:
El mundo gira sin necesidad de que tú lo empujes.

9.5.05

Con prisas y con pausas

Érase una vez un tipo que conducía con tantas prisas que pitaba incluso a los semáforos, furioso de que fueran tan lentos en cambiar a verde.

5.5.05

Andemos juntos al gimnasio

Llega el calor,
y para mi desolación,
ando medio embutido
en mis pantalones y camisas
de la temporada anterior.

4.5.05

En el diario de ayer...

Servimos a casa y domicilio.
Sólo particulares.
Aceptamos VISA.

2.5.05

Distracción fatal

Y al fin, tras mucho tiempo de meditar a solas en aquella oscura y remota cueva, el monje tuvo una revelación. Todo encajaba –era tan sencillo–; ahora comprendía el mecanismo por el que todas las cosas funcionaban en armonía, había alcanzado la primera y última verdad, el gran misterio que rige las fuerzas en el universo. Abrió los ojos, dispuesto a abandonar su retiro y predicar su nuevo conocimiento. Pero el vuelo de una pequeña mariposa que pasaba por allí distrajo un momento su atención, lo justo para hacerle perder el hilo de sus pensamientos. Me cago en la... dijo antes de volver a cerrar los ojos y empezar de nuevo. Después de casi nueve años, aquellas habían sido sus primeras palabras.