El bocadillo de atún
31.1.05
Bocadillos del mundo (IV)
El bocadillo de atún
28.1.05
Bocadillos del mundo (III)
27.1.05
Bocadillos del mundo (II)
El bocadillo de mortadela
26.1.05
Bocadillos del mundo (I)
El bocadillo de chorizo
25.1.05
Los pingüinos
Tengo miedo de poner la tele y ver el espacio del tiempo. Ése en el que el meteorólogo predica últimamente con el apocalipsis. Me asustan sus gráficos en caída libre (aunque a él se le vea contento, incluso excitado con la que se avecina). Cuidado, es hoy, esta noche, va a ser horrible. Moriremos todos congelados; todo fallará: no irá la calefacción, se irá la luz, no habrá agua, los teléfonos dejarán de funcionar, se acabará la comida en los supermercados, cerrarán la Casa de las Mantas (al ladito mismo de la Caixa), habrá una revuelta popular, el ejército tomará las calles, suspenderán el próximo partido de Liga.
Arrepentíos, pecadores, que el mundo se acaba. Llega por fin el frío, y sobre nuestras tumbas bailarán los pingüinos.
24.1.05
Anoche me metí en mi mochila a escribir como un loco
Anoche tuve el mismo sueño una y otra vez. Anoche tuve el mismo sueño una y otra vez. Uno en el que los días se repetían. Uno en el que los días se repetían. Anoche tuve el mismo sueño una y otra vez. Uno en el que los días se repetían. Una y otra vez los días se repetían. Y otra vez.
Desperté y mi primer bostezo, más bien un gruñido, también se repitió. Desperté y mi primer bostezo, más bien un gruñido, también se repitió. Saqué mi portátil de la mochila y me puse a escribir. Saqué mi portátil de la mochila y me puse a escribir. Desperté y mi primer bostezo, más bien un gruñido, también se repitió. Saqué mi portátil de la mochila y me puse a escribir. Más bien un gruñido, me puse a escribir. También se repitió.
Quise escribir algo pero sólo me salía una frase. Quise escribir algo pero sólo me salía una frase. Lo metí todo en mi mochila y bajé de aquella montaña. Lo metí todo en mi mochila y bajé de aquella montaña. Quise escribir algo pero sólo me salía una frase. Lo metí todo en mi mochila y bajé de aquella montaña. Sólo me salía una frase y bajé de aquella montaña. Ese eco me estaba volviendo loco. Ese eco me estaba volviendo loco. Quise escribir en mi mochila. Aquella montaña me estaba volviendo loco.
21.1.05
Por Fortuna
20.1.05
Literalia
Gozaba F, genial embaucador, de una suntuosa cena de gala en su homenaje cuando el anfitrión, un tipo gordo de rostro rubicundo, le pidió públicamente que dedicara unas palabras a los allí presentes. F se quitó la servilleta del cuello, se levantó de la silla –haciéndose de inmediato un respetuoso silencio– y arrancó sin dudar con su potente voz de barítono:
Antorcha. Balancín. Conejera. Decapado. Estropajo. Flequillo. Guisante. Hematocrito. Inspiración. Jarabe. Kilovatio. Libélula. Mayordomo. Neumático...
y así hasta que llegó a zurcido, dicho lo cual se volvió a sentar, se colocó de nuevo la servilleta al cuello y siguió cenando como si nada ante su –ahora atónito– auditorio. El anfitrión, con el rostro a punto de estallar de roja vergüenza, empezó a aplaudir. Poco a poco se le unieron más manos. Al final, toda la sala estalló en vítores y ovaciones hacia aquel hombre tan original que, de nuevo en pie, saludaba y hacía reverencias con una socarrona sonrisa en la boca.
18.1.05
La comunidad
17.1.05
¿Me he perdido algo?
¿Me he perdido algo?, preguntó nada más llegar. Y es que aunque tardón y despistado, F tenía un magnífico sentido del humor. Incluso después de muerto.
13.1.05
Genitalia
"Si estuvieras en mi pellejo..."
Perdona, bonito, pero yo en tu pellejo no me quiero meter. Bastante apretados te van ya los calzoncillos...
12.1.05
Rasco, luego escribo
muevo la pierna, muevo el pie, muevo la tibia y el peroné
…pero sobre todo, me siento delante del ordenador y con el cursor titilando en la pantalla como una estrella en el firmamento, rasco y rasco sobre esa página en blanco hasta que al final encuentro algo. Como en esos boletos que a veces te dan en el supermercado y tienes que raspar con una moneda para saber si te ha tocado un champú gratis. Si hay suerte –si tengo suerte–, ese día escribo algo. Si no, prefiero quedarme callado.
PD: Hoy no hubo suerte. Pero no se lo digas a nadie. Que sea nuestro secreto. Sssshh… ya me callo.
11.1.05
Agujeros negros
Hay en la Vía Láctea (que viene a ser el cuenco de leche donde nuestro pequeño planeta flota a la deriva cual copo de avena) un enorme agujero negro que todo lo chupa. El espacio, el tiempo, incluso su propia luz (de ahí su nombre). Tal es su fuerza que otros 10.000 agujeros negros, éstos más pequeños, han acabado girando en órbita a su alrededor. Es la fuerza de atracción de los que se sienten iguales.
Mientras, mucho más cerca (puede que a tu lado), hay gente que también chupa todo lo que encuentra a su paso. Tu espacio, tu tiempo, tus energías. Son aquellos que acaban con tu paciencia (pues también te la absorben), los que te dejan agotado después de estar con ellos. Y más cerca aún –sí, ya podéis dejar el telescopio– está ese agujero negro que reside en nosotros. Es uno que lo quiere todo para sí, que no se cansa nunca de pedir. El egoísmo, un oscuro sentimiento que se traga incluso nuestra propia luz.
10.1.05
7.1.05
Sueño
"Porque ha robado mi sueño"
y sin más ha seguido preguntando calle abajo. He agradecido a mi amigo su discreción, aunque después de su llamada me han asaltado unas ganas terribles de salir a la calle a encontrar a ese hombre que va con un retrato mío bajo el brazo. Ése en el que salgo con los ojos cerrados. Tal vez si doy con él y le devuelvo el suyo (uno que tengo de un tipo flacucho, con ojeras) podamos los dos volver a dormir.
5.1.05
Un vaso de agua
Ahora mismo, son cientos de miles las personas que necesitan un vaso de agua para sobrevivir. Son los mismos a los que un golpe furioso de agua (ésta salada) les arrebató todo lo que tenían. Así que levanto la vista y veo esa botella de agua que siempre me acompaña, que me vigila mientras trabajo, y pienso en cómo las cosas más sencillas son a veces las más importantes. Aunque no siempre reparemos en ellas.
2.1.05
Polaroid
me quedaría para siempre ahí, en ese día y lugar donde nuestros labios se encuentraron por primera vez,
apenas un instante,
el primer contacto,
una instantánea.