Nueve de cada diez ginecólogos afirman
no mezclar el placer con los negocios.
El resto disfruta de lo lindo con su trabajo.

No se puede estar siempre inspirado,
se dijo el cocainómano.

Silogismos

Los koalas son unos animales extraños.
Se pasan el día comiendo eucalipto.
Comer eucalipto los deja sedados.
Los koalas son unos yonkis.

El último adiós

Ay, el tiempo. Qué escurridizo es, qué rápido pasa. Un buen día te llama un amigo y juntos descubrís que igual hace año y medio que no os veis. Entonces decidís quedar, que eso no puede ser. Pero el tiempo, ay el tiempo, ha puesto ya demasiada tierra por medio. Vuestras vidas discurren por caminos demasiado diferentes. Pero da igual. Cuando volvéis a estar juntos os parece como si el tiempo no hubiera pasado. La charla es animada, las bromas son las mismas, la risa igual de fácil. Pero tarde o temprano llega el momento de volver a decirse adiós. También el de decirse que no puede volver a pasar tanto tiempo sin veros, que eso no puede ser. Igual incluso arregláis una cita para la semana siguiente, un encuentro que los dos sabéis que nunca se producirá. Pero lo hacéis igual, cuando lo más fácil sería darse el último adiós,
un fuerte abrazo,
un par de besos,
desearse lo mejor,
y seguir cada uno por su camino.
Felices de haberos conocido.
Felices de haberos despedido.

Amor en tiempos de bits

Enamorarse a través de internet es fantástico. Ella nunca se da cuenta de si te huele el aliento o de la roña que hay entre los dedos de tus pies.

(Hmm...mmm...hm)

200:
Mis papás me enseñaron que nunca hablara con la boca llena.

199

El siguiente texto que publique aquí será el número 200 de este diario de ayer.
¿Por qué no me espero a entonces para anunciarlo?
Simple y llanamente, porque no quiero que pase como con el primer aniversario de este blog,
(un año llenando la red de naderías)
una efeméride que inexplicablemente se me pasó por alto. Por ello, y porque nosotros los bloggers somos muy dados a estas cosas, paso ahora mismo,
delante de todos ustedes,
a arrancarme un par de costillas,
doblarme por la mitad como un contorsionista,
y chuparme la polla para celebrarlo.
Por todo lo alto, oiga.

Hemorranas

Conocí una vez a un tipo que trabajaba en un circo haciendo de faquir. El plato fuerte de su número venía cuando Hemo Rahn –pues así se hacía llamar– rompía un par de bombillas y pasaba a comerse todos los cristales como si nada. Un día le pregunté cómo demonios lo hacía para no hacerse daño al tragar.
–Lo difícil no es comerse los cristales –me dijo–, lo realmente jodido viene después, al cagarlos.

Problemas sin solución

Mi bolsa tiene dos bolsillos. En uno guardo el teléfono y en el otro un reproductor de MP3. Nunca falla: cuando quiero responder a una llamada meto la mano en el bolsillo donde está el MP3, y cuando quiero escuchar música acabo con el móvil en la mano.
Atención, pregunta: ¿qué debo buscar para encontrar lo que quiero?

Se me ha quedado algo entre los dientes.
Esto me pasa por morderte.

Llamadas perdidas (2)

Clic.
–¿¡QUÉ!?
–Oye, ¿qué fue lo último que me dijiste ayer? Es que te fuiste tan deprisa...
–Que no quería volver a hablar contigo, que no te quería volver a ver, que te pierdas, que no te soporto, que te odio, que me dejes en paz, que no vuelvas a llamarme nunca más.
–Ah, ya decía yo que no fuiste muy amable... Venga, nos vemos luego.
Clic.

¿Quieres coserte conmigo?

–Buenos días, ¿es aquí donde hacen operaciones para separar a siameses?
–Sí.
–Pues venía a preguntar si también hacen la operación a la inversa.
–¿Cómo?
–Sí, hombre, que si pueden coser a dos personas para que estén siempre juntas. A mi novia y a mí nos haría mucha ilusión...
–(...)

Bichos

Ya son unas cuantas veces las que sueño esto mismo:
descubro unos minúsculos bichos de color negro pegados a mi piel. Son tan pequeños que me los tengo que quitar uno a uno con las uñas. Una vez arrancados, una gota de color carmín ocupa su lugar.
No duele mucho, pero es jodidamente molesto saber que te están chupando la sangre.

Máscaras

Ayer salí de casa y al principio no noté nada extraño. Después empecé a darme cuenta: muchos cambiaban de acera por no cruzarse conmigo, los niños rompían a llorar al pasar por mi lado, el bar se quedó vacío cuando entré a tomar mi café matutino. Fui un momento al baño y enseguida entendí qué había ocurrido: ayer olvidé ponerme mi careta y le enseñé al mundo el monstruo en el que me he convertido.

Amor 2.0

He actualizado mi sistema operativo y ahora, no sé porqué, soy incapaz de conectarme a tu puerto USB. Me han dicho que pruebe a desconectar el antivirus y mi cortafuegos, a ver si de esta manera el intercambio de fluidos entre ambos vuelve a ser tan fácil como siempre. Pero date prisa, por favor, que así sin barreras me siento débil, desprotegido.