Tania Hit nació cuando nadie la esperaba. Ni siquiera su madre, a la que fastidió un viaje a las islas Tonga rompiendo aguas justo cuando preparaba las maletas. En la guardería, Tania era el típico bebé hijoputa que estiraba de los pelos a sus compañeros y mordía la mano de las canguros cuando le daban de comer.
Copió de forma salvaje en el examen de selectividad, y durante los cuatro años que estuvo en empresariales se tiró a la mitad del claustro de profesores (la otra mitad eran todo profesoras menos uno, que era gay). Tania Hit tuvo su primera relación sexual a los quince años, con un desconocido que se prestó a llevarla a casa cuando salía borracha y drogada de una fiesta. No usaron condón.
Se graduó cum laude (pues su padre es rico; y el sexo puso el resto) y entró de jefaza en una multinacional dedicada a saquear y oprimir a países del tercer mundo. Sin embargo, apenas tenía compañeros en los que poder confiar. Todos temían darle la espalda, y no la invitaron nunca ni a un triste café. Para sus jefes, en cambio, Tania era la empleada ideal, su perro más fiel. Ordenaba sin pestañear arrasar poblados enteros para construir parques temáticos o resorts turísticos, y su conciencia permanecía tranquila mientras volvía a casa montada en su Ferrari.
Pero toda esta carrera de éxitos no era suficiente para Tania. Faltaba todavía el toque final, la guinda en el pastel: la atención de los medios. Su afán de protagonismo le pedía a gritos portadas de diarios, minutos en la tele, programas de radio, exclusivas, entrevistas, columnas de opinión, que se hablara de ella en los bares. Y si el precio de ello era su intimidad, ver diseccionada toda su vida y expuesta a la luz pública, no lo dudaría ni un segundo. Qué cojones, ella no sería la primera ni la última en hacerlo. Y Tania se puso a pensar un plan...
Más información en la Vanguardia.
1.10.07
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1 comentario:
Ostia que fuerte!!! Y lo peor es que realmente existen personas así.
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