Llega la Navidad, y con ella, la trampa de la suerte. Una trampa en la que siempre acabas cayendo. Puede que te la tiendan tus amigos, o puede que sea en el trabajo. Siempre hay alguien que te ofrece comprar un número (20 euros nada menos). Y nunca falla: lo acabas comprando.
El razonamiento es simple, jodidamente perverso. Te dices que este año tampoco te va a tocar, que nunca toca, pero...
¿y si este año toca?
Ay, amigo, si este año toca y resulta que tú fuiste el único que no compró un décimo te sentirás un gilipollas el resto de tu vida. Tus amigos se forrarán, alguno de tus compañeros dejará el trabajo, y tú seguirás madrugando cada lunes maldiciendo el día en que te ofrecieron un número de la lotería y tú dijiste que no, que nunca toca, pero...
Maldita lotería.
1.12.05
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