26.9.05

El hombre que valía por dos

Si no les importa, prefiero empezar a comer una vez lo hayan hecho ustedes. No darles nunca la espalda. No creerme nada de lo que me digan. No aceptarles ningún caramelo. No quedarme dormido en su presencia. Controlar todos sus movimientos. No dejarles nunca a solas. Cobrar siempre por adelantado. No confiarles ni un secreto. Tener sus manos a la vista. Marcharme siempre el último. Levantar acta de nuestros encuentros.

Venga, no me llamen desconfiado; sólo soy un hombre precavido.

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