- Jamás me he dedicado a dejar comentarios amables en cientos de blogs –del estilo "me gustó tu blog, vendré a menudo por aquí"– con el ÚNICO objetivo de aumentar las visitas al mío.
- No acostumbro a devolver los comentarios amables que recibe mi blog –del estilo "me gustó tu blog, te invito a que visites el mío"– creando así una artificial relación que sólo funciona bajo la premisa yo-te-visito-si-tú-me-visitas/te-comento-si-tú-me-comentas.
- Jamás se me ha ocurrido poner la dirección de mi diario al pie de los correos que envío. Pudoroso que es uno.
- No acostumbro a hablar de mi blog, ni a pedirle a nadie que lo lea. Me molesta que lo hagan conmigo.
- Leo muy pocos blogs –salvo un puñado a los que soy fiel– y lo que es peor, muy pocas veces se me ocurre dejar un comentario (lo cual me devuelve al primer punto).
- No creo en el enlace compulsivo, ni en aquello de que yo-te-enlazo-si-tú-me-enlazas.
Total, que da igual, que lo sé, que a los que vienen por aquí y no tengan un blog todo esto les va a dar igual. Y tienen razón, porque da igual. Mi blog se mantiene vivo porque yo quiero, no por las visitas que tenga. Y a los que tengan un blog, que no se ofendan, ellos saben perfectamente de lo que hablo, y si son habituales de este rincón ya saben como funcionan aquí las cosas.
Un saludo a todos.
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