Durante mucho tiempo fantaseé con la posibilidad de vivir de hotel en hotel. Buscar mi habitación por silenciosos pasillos enmoquetados, dormir cada noche entre sábanas limpias, cada noche en una cama diferente, ducharme por las mañanas usando un pequeño pote de jabón, afeitarme con maquinillas desechables, desayunar siempre café con leche, tostadas y un zumo de naranja. Durante mucho tiempo fantaseé con no echar raíces en ningún lado, ser nómada en una ciudad de sedentarios, no poseer más que lo que entrara en una pequeña maleta.
Pero eso era hace tiempo. Ahora desayuno café con leche y lo que tenga a mano, y si me quisiera mudar me harían falta un montón de cajas de cartón. Los años se han encargado de clavarme al suelo, echando raíces por mí, aunque no me quejo. O sí: nunca me gustó hacerme la cama.
4.4.06
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