El frío de la noche me golpeó en la cara cuando el tipo abrió el paquete camino de su casa. Me asusté mucho cuando oí a mi hermano gritar. Él fue el primero en arder. He pasado la noche en el bolsillo de su chaqueta, junto al resto de mis hermanos. Tenía miedo, pero al final el sueño me ha vencido.
Esta mañana me ha despertado el aroma de un buen café. Y enseguida han vuelto los gritos. He vuelto a asustarme, pero también he dado gracias por no ser yo. Me he sentido un poco mal por ello. Supongo que es normal. Ya sólo quedamos 18.
Aquí dentro empieza a haber mucho espacio libre. Estamos en silencio. Nos miramos todos con recelo, e intentamos escondernos cuando se abre el techo. Esta vez me ha ido de poco.
No puedo creerlo. Uno de mis hermanos me ha empujado. No quería ser el siguiente, y ha intentado ponerme en su lugar. Pero no lo ha conseguido.
Ahora sí. Ahí vienen sus dedos. No me gusta el tacto de sus labios. Intento encojerme huyendo del fuego. No quiero gritar.
8.6.05
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