18.1.05
La comunidad
Hablaba la familia una noche mientras cenaba. Sobre los vecinos de enfrente. Empezó la hija: Yo lo de esa casa no lo entiendo. Nunca veo entrar o salir dos veces a las mismas personas. Comentario que la madre juzgó: Son todos muy jóvenes. Debe ser un piso de estudiantes, y el padre remató: ¿Estudiantes? Ahí lo que tiene que haber es mucho vicio, seguro que son todos delincuentes. La niña enseguida corrigió: Que no, papá, que el delincuente es el del tercero, que está forrado y todavía no sabemos a qué se dedica. Además, yo de esa casa he visto salir a una pareja de adultos, y los adultos no viven en pisos de estudiantes. Y un perro, añadió la madre, en esa casa hay un perro. ¿Un perro? saltó entonces el padre, ¡Un perro! ¡Serán degenerados! Lo que yo diga, en esa casa son todos unos viciosos. Y el del tercero un delincuente, apostilló la hija. Cariño, ¿me pasas la sal? pidió entonces la madre. Hay que ver lo duro que está el abuelo, comentó la hija mientras pasaba el salero. Come y calla, ordenó el padre.
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