17.2.05

Tiempos verbales

Resulta que siempre hago las cosas cuando debería estar haciendo otras en su lugar. Con esta actitud –que por supuesto a nadie recomiendo–, resulta del todo imposible llevar una vida ordenada. Llega la noche y mi agenda me salta a la cara abierta por la página correspondiente al día. Es su forma de acusarme, de preguntarme qué hice que fuera tan importante para aparcar todo lo que tenía planeado hacer hoy. Como sé que la verdad no le gustará y quiero que cierre la boca (o bien mirado, sus hojas) atrapo un bolígrafo al vuelo y copio en el espacio reservado para mañana lo que tenía para hoy, convirtiendo así mi futuro imperfecto en un pasado pluscuamperfecto.

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