Conozco a un tipo que, diga lo que yo diga, nunca está de acuerdo conmigo. Si por ejemplo le digo que hoy hace frío, él me contestará que no, que hoy hace más bien calor. Si le comento que tal película es genial él me dirá que no vale nada; y si le digo que este cantante es una porquería él me dirá que es su favorito. Son cosas sin importancia, lo sé, pero reconozco que al principio de conocerle llegó a irritarme. Porque es constante, nunca falla, siempre me lleva la contraria.
Una vez detecté esta manía suya opté por una táctica que con los niños recibe el nombre de psicología inversa. Si quiero que esté de acuerdo conmigo, sólo tengo que expresar lo contrario a lo que pienso. Y él, sin darse cuenta, me da la razón. Es un poco extraño, ya que esta coincidencia de opiniones se da sólo en mi cabeza y cuando estoy con él tengo la sensación de hablar desde un espejo, pero me da igual. Me lo tomo como un juego. Y a ratos es divertido disfrazarse de Mr. Hyde. Así que él no lo sabe, pero ahora nos llevamos estupendamente.
17.12.04
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