8.2.06

6:00 am

Qué poco importaba el amanecer cuando el cielo se escondía bajo tus párpados. Me bebí el aire que respirabas mientras dormías y me supo a gloria. Tan cálido, tan tuyo, saboreé la vida directamente de tus labios. Acaricié tu cuerpo desnudo con la yema de los dedos, muy suave, muy despacio, temiendo acaso que fueras como una burbuja de jabón que explota cuando intento atraparla en la bañera.

Pero no desapareciste entre mis dedos. Tan sólo un delicioso ronroneo y un leve parpadeo que fue como un anticipo del día que estaba por venir. Y con una sonrisa en los labios, me echaste los brazos al cuello y dejaste que te hiciera el amor así, tú todavía medio dormida y yo con mucho cuidado de no despertarte, metiéndome con sigilo en tus sueños y queriendo quedarme ahí contigo para siempre.

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