27.1.06

Perros y gatos

El viento empezó a soplar cada vez más fuerte. Al principio la gente se empeñaba en sujetarse el sombrero para que no saliera volando, pero enseguida se preocuparon por encontrar algo a lo que agarrarse. El viento soplaba más y más fuerte. Los que se habían agarrado a una farola no tardaron demasiado en cansarse y salir volando como una bandera mal izada. Los que aguantaban asidos a las ramas de un árbol tampoco tuvieron mejor suerte: el árbol cedió y partieron todos juntos hacia el cielo. Tampoco servía esconderse dentro de casa, aquel viento abría puertas y ventanas y se lo llevaba todo por delante. Y después, hacia arriba, en espiral, cada vez más y más alto. Hombres, mujeres, niños, niñas, perros, gatos, dando todos vueltas y vueltas sobre la ciudad. Arriba, arriba, cada vez más alto.

Fue en una de esos locos giros cuando se vieron por primera vez. Ella giraba boca abajo, a él el viento lo había dejado sin camisa. Sus miradas se cruzaron con una expresión de pánico. Lo mismo la segunda vez, un poco más arriba. Pero después pasó algo. Empezaron a buscarse en medio de aquel caos de piernas y gritos y brazos. No coincidieron más hasta pasadas unas cuantas vueltas, un poco más arriba. Y estiraron los brazos. No llegaron por muy poco. Unas cuantas vueltas más. Y al fin sus dedos se encontraron. Él tiró de ella hacia abajo y pudieron fundirse en un abrazo. No se conocían de nada, ni había tiempo para las presentaciones. Se besaron. Cada vez más arriba, cada vez más alto.

No fueron los únicos. Hombres, mujeres, niños, niñas, perros, gatos, todos se las habían apañado para encontrar a su par, para abrazarse por última vez antes de una muerte que creían segura. Y entonces dejaron de subir. Poco a poco, el viento los fue bajando de nuevo a tierra. Tocar el suelo fue como despertar de un sueño. Se deshicieron los abrazos, se acabaron los besos. Se vieron de nuevo como completos extraños. Bajaron ruborizados la vista, se dijeron buenos días y siguieron cada uno su camino, sin entender muy bien lo que acababa de ocurrir, pero conscientes de que acababan de ser testigos de una señal.

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