6.12.05

Ósmosis

Cuando la conoció sus ojos eran azules; los de él eran marrones.
Su pelo rubio y largo como el día; el de él corto y oscuro como la noche.
Conforme pasaron los meses, los ojos de ella se fueron oscureciendo, quedándose el azul en el cielo que a ambos cobijaba. El pelo de él pronto creció y fue aclarándose, dejando la oscuridad al otro lado de la ventana por la que miraban.
Ella cada vez se parecía más a él; él era cada vez más como ella.
Y el día y la noche se confundieron, deviniendo una sola cosa.

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