10.8.05

Los aguafiestas

Tormentas de verano. Llegan de repente, sueltan su jarro de agua fría y se marchan a otra parte. Ayer mismo quedé remojado por una. Fue una de ésas que vienen acompañadas de "fuerte aparato eléctrico", expresión que aunque hace referencia a la cantidad de rayos que sueltan, a mí me hace pensar en licuadoras y microondas cayendo del cielo. Pues nada, andaba yo tan tranquilo por la calle cuando empezaron a caer (lo dicho, a traición) unas gotas gordas como aceitunas. Lo más curioso es que, al girar la primera esquina en busca de un refugio, ya había gente cubriéndose con un paraguas. No podía ser que toda esa gente acabara de salir de casa, con lo que sólo se me ocurre otra opción: hay personas que siempre salen a la calle con un paraguas a cuestas, por si las moscas. Lo cual, no me negarán ustedes, no deja de ser síntoma de una actitud frente a la vida más bien ceniza. De acuerdo, yo acabaré mojado como un pato, pero al menos no voy por ahí pensando que siempre va a llover.

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