Hace unos años –unos cuantos ya– alguien me preguntó qué me gustaría ser si pudiera elegir. No se trataba de elegir una personalidad o una profesión, sino de algo mucho más sencillo. Se trataba de escoger un objeto. No me costó mucho dar con la respuesta: un vaso de agua. Cuando me preguntaron el porqué dije que un vaso de agua es lo más sencillo de obtener (si lo pides en un bar te lo sirven gratis, aunque sea del grifo), algo a lo que no damos importancia porque siempre está ahí, pero sin lo que no podríamos vivir.
Ahora mismo, son cientos de miles las personas que necesitan un vaso de agua para sobrevivir. Son los mismos a los que un golpe furioso de agua (ésta salada) les arrebató todo lo que tenían. Así que levanto la vista y veo esa botella de agua que siempre me acompaña, que me vigila mientras trabajo, y pienso en cómo las cosas más sencillas son a veces las más importantes. Aunque no siempre reparemos en ellas.
5.1.05
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