A menudo me preguntan de dónde saco todo lo que escribo. Lo dicen como si esto de escribir consistiera en ir sacándose de la manga letras que juntas hacen palabras que separadas por puntos y aliñadas con comas acaban formando frases (sustantivo que prefiero al de oración, que me huele a incienso y sotanas). No. La mayor parte de las veces lo que hago es rascar. Me rasco la cabeza, me rasco la barbilla…
muevo la pierna, muevo el pie, muevo la tibia y el peroné
…pero sobre todo, me siento delante del ordenador y con el cursor titilando en la pantalla como una estrella en el firmamento, rasco y rasco sobre esa página en blanco hasta que al final encuentro algo. Como en esos boletos que a veces te dan en el supermercado y tienes que raspar con una moneda para saber si te ha tocado un champú gratis. Si hay suerte –si tengo suerte–, ese día escribo algo. Si no, prefiero quedarme callado.
PD: Hoy no hubo suerte. Pero no se lo digas a nadie. Que sea nuestro secreto. Sssshh… ya me callo.
12.1.05
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