3.11.04

Jarabe de palo

Atado a la silla de la cocina, desnudo, arañado, magullado, con un hilillo de sangre escapando de entre mis labios, lo último que me esperaba de ti era una felación. No entiendo por qué te esfuerzas tanto en maltratarme, por qué te gusta tanto humillarme. Ni por qué después pretendes arreglarlo todo de esta manera, poniéndote de rodillas. Tú siempre tan distante, fría como el suelo de esta cocina. En serio, no sé qué esperabas de esto... ¿Que te avisara como siempre?

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