22.11.04

Agitado, no removido

Entre muchas otras, una de las cosas más insoportables que nos trae la Navidad son los anuncios. Sufrimos la publicidad todo el año, pero estas fechas tienen sus propios clásicos. Anuncios que vuelven a casa por Navidad, que apestan en las distancias cortas. Hay uno que me ataca en particular: es un anuncio interminable, lleno de tías corriendo y bailando embuchadas en trajes de natación dorados (burbujas, las llaman), y con el famosete de turno asomando la cartera (quise decir la cabeza) para felicitarme las fiestas copa de cava (caliente) en mano.

Como suele pasarme cuando me insisten mucho en algo (y quien no me crea que acuda a la e-meroteca), acabo haciendo todo lo contrario. Así que desde hace un par de años estoy consiguiendo escapar de ese minuto y medio de tortura gasificada gracias a mis buenos reflejos y a un mando a distancia con pilas nuevas. No es tarea fácil: en una sucia encerrona, este spot suele pasarse a la misma hora en varios canales a la vez, de manera que o apagas la tele o aprovechas el corte publicitario para ir al baño, tú eliges.

Pero lo peor no es eso: lo peor es que te avisen por todos lados de su estreno, no fuera caso que te lo perdieras. Es decir –y en un penoso juego de palabras–, que te anuncien el anuncio. Leo que el de este año lo perpetra Bond (¿pero este tío no bebía martini con vodka?) acompañado de una bonita chica de apropiado nombre para el producto anunciado. Es algo que nunca entenderé, un anuncio siendo noticia. Lo mismo me pasa cuando me informan en la sección de deportes del telediario sobre el nuevo spot de esa marca de ropa deportiva (en el que pronto veremos al primo de Neo dándole patadas al balón mientras vuela) o –también típica de estas fiestas– cuando asisto a esa estúpida disquisición sobre cuál será el último anuncio del año, el más caro del mundo. Como si en ese momento nos importara algo más que no atragantarnos con las uvas.

Bien pensado, igual lo que les interesa no es el anuncio en sí (que este año será más corto), sino que se hable de él, que se les haga publicidad indirecta. Ay, justo lo que acabo de hacer ahora...
Por favor, olviden todo lo que acaban de leer.
Feliz lunes.

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